Empecé ayer la encíclica Deus caritas est, y me ha hecho recordar algo que me parece en la raíz de muchas de nuestras (mis) incoherencias, de nuestras (mis) dificultades y de nuestras (mis) indecisiones.
Ser cristiano no es tener un carnet, formar parte de un club o decidir votar a alguien…

Es un encuentro personal, siempre novedoso y revolucionante con Alguien que te (me) ama desde el principio del tiempo.

Una canción del GenRosso lo expresaba de esta forma:

No he encontrado quién me ame,
a ninguno he conocido
que llene mi vida… como Tú
Junto a Ti todo es un juego,
junto a Ti no existe el tiempo,
la vida es sencilla… como Tú.

No hay inquietud ni melancolía
que me puedan ensombrecer la alegría.
Qué gran novedad descubrir que tú
inventas el tiempo sólo para mí.

Si esto lo vivo así, todo se vuelve patas arriba (a veces me faltan palabras en castellano…), cada persona, cada situación, cada circunstancia tiene un nuevo color… Este encuentro, este cambio de vida (de ánimo, de esperanza), hace que inevitablemente me sienta (mientras así lo vivo) enviado a encontrarme con otros y a dar a conocer este Dios que es Amor para cada persona.

Por eso canto, por eso escribo, por eso hablo y me emociono… y por eso estás leyendo esto.